En Cantabria la vida del astrónomo aficionado no es fácil. Sobre todo cuando se trata de observar eventos que tienen lugar en una fecha determinada, como los máximos de las lluvias de meteoros, porque en esas ocasiones es cuando mejor se alía la meteorología con la ley de Murphy.
En 1998 lo intentamos, y se hizo todo lo que se pudo, aunque no fue mucho, y además la mayoría de nosotros nos perdimos el máximo que se adelantó a la noche anterior.
En 1999 estuvimos toda la noche bajo las nubes y bajo los paraguas esperando algún claro (que por supuesto no llegó), y nos hicimos la promesa de que jamás volvería a ocurrirnos semejante cosa.
Así que este año, estando (cómo no) nublado en Santander, nos dispusimos a trasladarnos a donde hiciera falta, y empezamos a viajar hacia el Sur. En vista de que a la altura de Reinosa seguía estando nublado, no hubo más remedio que pasar al otro lado de la Cordillera Cantábrica. Así llegamos a Casavegas, en el norte de Palencia (4° 30' 23.32'' W, 43°1'15.17''), y aunque hacia medianoche sólo había pequeños claros, la capa de nubes parecía poco densa y nos dispusimos a esperar que despejara.
Hacia las 0200, aun con el cielo prácticamente cubierto, empezamos a ver varios meteoros brillantes a través de la capa de nubes, algunos de ellos incluso con estela persistente. Unos 15 meteoros se vieron en estas condiciones entre las 0200 y las 0300, lo cual da una idea de una proporción bastante alta de meteoros de magnitud negativa.
A las 0300 comenzó a despejar (al menos se abrió un claro) hacia el Sur y, en esa zona de cielo, pudimos empezar a tomar datos. Como premio por haber buscado un buen sitio, las nubes iban remitiendo y hacia las 0400 más de la mitad del cielo era visible. Desde entonces y hasta el amanecer, varios observadores efectuaron conteo anotando magnitudes, y cada uno de nosotros registró en torno a un centenar de meteoros. Como media podemos decir que aparecía uno cada dos minutos, a ratos uno por minuto, algunas veces dos o tres simultáneos. No está mal para estar la Luna en el radiante. Los meteoros que estábamos viendo eran sólo los más brillantes, así que la actividad parecía ser bastante alta. Una gran cantidad de ellos tenían magnitudes entre -1 y -3, muchos con estela persistente. La tónica general era, como suelen ser las Leónidas, meteoros bastante rápidos y parecía predominar el color anaranjado.
Sólo unas pocas fugaces se identificaron como Táuridas, meteoros mucho más lentos.
A las 0530 TU se registró un bólido de magnitud -8 con trayectoria anaranjada y estallido azul en la zona CVe.
Mencionemos también que íbamos equipados con un aparato de radio preparado para sintonizar FM: como es sabido, las ondas de radio se reflejan en el aire ionizado y por eso un meteoro, que ioniza el aire a su alrededor, puede permitirnos captar durante unos instantes una emisora de radio lejana, que apenas se oiga en condiciones normales.
Pues bien, nuestra antena respondió de este modo a uno de los meteoros, que hizo encenderse la luz roja de sintonización.
Asimismo se tomaron algunas fotografías.
En cuanto a resultados, las THZ obtenidas por algunos de los observadores son las siguientes:
(para calcular las THZ se ha tomado r=2.0 y MALE=5.5).
Como se ve en los datos, a las 0550 se empieza a apreciar la subida hacia el máximo principal, que tuvo lugar cuando ya era de día.
Aún faltan datos por analizar, que se irán publicando en esta página.
¡Por fin hemos podido disfrutar de una observación de Leónidas en condiciones!
Eso sí, los más de mil metros de altitud se hicieron notar... obsequiándonos con cuatro grados bajo cero. A la hora de marcharnos, los parabrisas de los coches se habían quedado cubiertos de hielo, y a alguien se le ocurrió echar agua para deshacerlo... pero claro, sólo consiguió hacer mucho más hielo. No está uno acostumbrado a estos extremos. :-D
Enviamos nuestra felicitación a quienes hayan visto más leónidas que nosotros... y recomendamos a nuestros compañeros más afortunados que nunca olviden la suerte que supone tener cielos despejados a la puerta de casa.